jueves, 17 de diciembre de 2015

Impulso homicida


Mis demonios me llaman, sé que debo de alejarme de ellos, pero, ¿cómo hacerlo? Debería sentirme amenazada, no obstante sus cantos me atraen y despiertan mu curiosidad. Deseo saber más, tener más contacto, mas no caer en sus pecados. ¿Es una trampa? O quizá... ¿Es mi salvación?


Mantener alejados a los seres nocivos, distanciarme de lo cruel, acercame a lo benévolo, no permitir que la oscuridad me arrastre a mi infierno. Otorgar en mí el poder de la bondad, distinguir de "lo que está bien"de "lo que está mal" para así, obtener la capacidad de actuar conforme la situación. Ignorar a mi lúgubre oscuridad. ¿Esta sería mi respuesta?

Derrocar mis miedos, y así, alimentar mis pecados mediante la pavor. Agredir a mi objetivo, complacer mi deseo, acercarme a lo malévolo. Que ésa substancia de pétalos de rosa recorra cada poro de mi piel. Mancillar a mi persona por obtener el placer que mi cuerpo pide. Persistir formando parte de mi naturaleza por delante de mi ética. ¿Esta sería mi respuesta?

¿Seguir mi moral o dejarme llevar por mi instinto?...

Siento informar que me cautiva más la segunda opción.

martes, 24 de febrero de 2015

~~~~~

Esa sensación amarga que te deja un mal sabor de boca. Ese sentimiento de impotencia al intentar expresar lo que sientes con palabras mediante tinta y papel, pero no poder.

Entonces, meditas. Meditas la forma de ser capaz de escribir tus emociones en el cuaderno, pero no puedes. No llegas a ninguna solución. Es más; la desconoces. Colocarte a ti mismo esa barrera que te impide seguir adelante con el "no puedo". Creer que es imposible. Que el nido que tienes en tu cabeza está demasiado revuelto cómo para que pueda ser escrito. Preguntarte que, si ni si quiera tus pensamientos están ordenados, ¿Cómo vas a expulsarlos de una manera organizada para poder ser leídos? Que ni tu mismo te comprendes... Reflexionar mil cosas y perderte en tus propias ilusiones...

No obstante, aquí es cuando te das cuenta de que tus emociones han podido contigo y con esa impotencia del principio. Llegar al punto de que no puedes parar de escribir. Escribes, escribes y escribes, hasta que o tu mano o tu cabeza no puedan más.